Universitat Oberta de Catalunya
Simposio 4: Ciudadanos de silicio, ciudadanos del ciberespacio: ¿un
nuevo campo social para las identidades colectivas?
Elisenda Ardèvol, Josep Martí & Joan Mayans
Cibercultura
Las nuevas
formas de sociabilidad vinculadas al uso de internet, han generado un
movimiento académico y reflexivo, que según Elisenda Ardèvol, en su ponencia,
es denominado Cibercultura. Es necesario para una comprensión más precisa de
este concepto, tener en cuenta, como lo afirma Ardèvol, tres estrategias de
investigación: en primer lugar, los nuevos “modelos culturales basados en las
tectologías de información”; en segundo lugar, la interacción social mediada
por el ordenador; y en ulterior medida, entender la cibercultura como una
categoría EMIC, es decir, tener en cuenta el contexto específico en el cual
están quienes se relacionan en internet. Para entender mejor, la cibercultura, se hace
indispensable definir el concepto de cultura, como todo aquello que se
transmite por aprendizaje social, o lo que es lo mismo en palabras de E.B.
Taylor “Todo hábito o capacidad que el
ser humano adquiere como miembro de la sociedad”, con el ánimo de llegar a
decir que, la cibercultura es el resultado de un nuevo modelo cultural.
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Lo anterior se
entiende, si nos inspiramos de la relación existente entre el desarrollo
tecnológico y cambios sociales. Dicha relación es desarrollada en al menos dos
líneas teóricas: primeramente, la línea evolucionista, que clasifica las
culturas de manera diacrónica, descubriendo en cada periodo histórico un tipo
de desarrollo tecnológico. Esta línea, ayuda a la comprensión del determinismo
tecno-científico, que en términos de Bruce Murray, presenta el impacto
tecnológico como una lógica inevitable, a la cual sólo nos queda adaptarnos. En
segunda medida, la línea funcionalista, encargada de estudiar la estructura de
las sociedades a través de la interrelación de sus partes, tal y como lo
propone Malinnowski afirmando que, cada
sociedad desarrolla sus maneras de responder a las necesidades básicas,
generando así nuevos estilos de vida y de relación. Ambas líneas teóricas,
permiten descubrir internet como un catalizador que nos impulsa a un nuevo
modelo cultural planetario cuya forma está inscrita en la tecnología. Además,
Pierre Levy, al proponer los tres principios de la cibercultura, a saber: la
interconectividad, las comunidades virtuales y la inteligencia colectiva;
favorece la comprensión de un nuevo ordenamiento del pensamiento que pasa del
hecho oral, por el escrito, hasta llegar al cibercultura.
Este análisis
nos lleva a decir que, las relaciones generadas en internet, o lo que es lo
mismo, on line, pueden provocar una cultura diferente de la realidad (Off
line). Dichas relaciones emergen en la
red y constituyen tanto comunidades virtuales, como juegos de rol mediatizados
por ordenador, en otras palabras, los MUD y Los MOO, dando origen a un nuevo
estilo de vida basado en el comportamiento aprendido en el grupo virtual. A Las
anteriores comunidades virtuales se puede aplicar el término cultura, puesto
que en ellas subyacen rasgos específicos que les dan identidad. No obstante,
autores como Mark Dery y Carlstom, muestran los juegos de rol en red como
independientes de la realidad off line, es decir que sus estudios dejan ver los
efectos inhibidores de internet, la cual elimina las marcas socioculturales de
sexo, clase, entre otras. Este fenómeno ayuda a entender las comunidades
virtuales como comunidades completas. Sin embargo,
es imposible concebir la cibercultura como un fenómeno meramente on line, o lo
que es similar, como una comunidad completa. Tres críticas hacen Elisenda
Ardévol a esta concepción: en primer lugar, no se tienen en cuenta las
diferentes comunidades virtuales, puesto que no todo es juego y anonimato (MUD
y MOO); en segundo lugar, las comunidades virtuales no pueden ser comunidades
completas puesto que no manejan el mismo software y son aisladas del mundo
físico; y finalmente, se excluye el etnocentrismo, es decir, el contexto local
del lugar físico, puesto que la vida off line pauta la vida on line.
Estudios como
los de Rob Shields, muestran que, finalmente, internet no es la utopía donde se
borran todas las categorías sociales, más bien, como lo expone David Miller y
Don Slater, existen grupos que afianzan su singularidad y reproducen los
fenómenos que se viven off line. Desde esta perspectiva, internet entra en la
vida cotidiana y hace una modificación en la percepción de las relaciones
sociales, en las subjetividades y en la identidad de los individuos; dicho de
otra manera, internet aporta un significado cultural en el que se descubre un
sistema de símbolos que ordenan y dan sentido a nuestra experiencia, regulando
así la vida social. Este sistema de símbolos puede responder ya sea a esquemas
cognitivos, como lo propone Levy Strauss; o bien, descansan sobre la
interacción social, propuesta expuesta por Geertz, ésta última, basada en una
red de significación compartida por la comunidad virtual, es decir, un contexto
común al que también se le puede dar el nombre de inteligibilidad como lo diría
Elizabet Reid.
En definitiva, la cibercultura es un proceso de cambio social y cultural que rompe con la modernidad en cuanto época, y se basa en el uso que las personas dan a la internet, las cuales crean nuevos tipos de relación entre ellas; por lo tanto, la cibercultura no es una cultura en sí misma, sino más bien, un producto cultural, una práctica social dentro del nuevo modelo cultural.
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